jueves, 18 de agosto de 2011

La humildad es patrimonio de los fuertes


La humildad es patrimonio de los fuertes, puesto que sólo la persona que sabe, pregunta.


Sólo la persona que sabe, escucha. Sólo la persona que sabe, sospecha estar equivocada.

A veces se confunde el liderazgo con la presidencia de un país, de una empresa, o con la primera función ejecutiva.

Esas son atribuciones formales conferidas al puesto de turno, pero en ocasiones se ejerce un puesto de mando sin la autoridad que confiere el verdadero liderazgo.

Abunda la homilía. Se escuchan algunos discursos en el mundo de la empresa sobre el capital humano, el empowerment, el brainstorming, etc. Pero más que predicar necesitamos es practicar. Falta gente consistente que más que hablar, haga; personas que hagan lo que dicen y que digan lo que piensan.

De las miles de cualidades que podríamos enumerar, dada la complejidad del mundo de hoy, lo primero que se le pide al líder, contrario a lo que mucha gente piensa, es humildad.

Liderar es transformar la realidad, puesto que no se lidera aquello que se desconoce.

Y para que haya una transformación positiva de la realidad lo más importante es estar ligado a ella; no se puede liderar una realidad de la que se permanece divorciado.

Se puede pelear con el jefe, se puede pelear con la pareja, pero no se puede pelear con los hechos. ¡Cuántos profesionales enfadados con los hechos! ¡Cuántos políticos aferrados a su ideología, de espaldas a la realidad que supuestamente aspiran a gobernar! ¡Cuántos profesores enamorados de sus modelos, de sus teorías, mirándose al ombligo!

¡Cuántos periodistas opinan de espaldas a la información más veraz y contrastada!

Es interesante opinar, pero es bueno asegurarse, proveerse de información y, a partir de ahí, opinar y enriquecer a todos.

En el fondo, es estar empapados de las propias ideas y ser incapaces de renovarlas, de ponerlas en interrogante; hay un poco de soberbia que impide estar en contacto con la realidad.

Se debe tener una mente abierta y un corazón humilde. La humildad es patrimonio de los fuertes, puesto que sólo la persona que sabe, pregunta. Sólo la persona que sabe, escucha. Sólo la persona que sabe, sospecha estar equivocada.

Así mismo, es menester del líder revisar sus idolatrías mentales, afectivas y morales, que impiden estar en contacto con la realidad: eso es humildad.

Una mente abierta, humilde, empeñada en aprender, no se pelea con la incertidumbre porque sabe que es inherente al ser humano.

El cambio, a veces es sinónimo de crisis. Pero, ¿qué sería de las personas si no conocieran las crisis?: la crisis familiar a raíz de la pérdida de un ser querido, la crisis afectiva, la crisis de un traslado geográfico a un país lejano, la crisis de un despido…

¿Cómo seríamos si el viaje de la vida estuviera jaloneado por cuestiones con total éxito? Seríamos insoportablemente arrogantes.

Además, ¿en qué momento el ser humano se hace preguntas fuertes sobre sus señas de identidad? ¿Cuándo se indaga sobre quién es y cuál es su misión? ¿Cuándo se hace preguntas serias? Casi siempre las preguntas más incisivas pertenecen a los momentos de crisis que, a lo mejor, explican futuras bonanzas.

El talento

Dirigir tiene mucho que ver con ayudar a la gente a descubrir su talento. Todos hemos venido al planeta Tierra con talentos, aunque infortunadamente algunos permanezcan ocultos.

Por eso, no es agradable la palabra talento en singular ni asegurar que X persona es inteligente y la otra no.

Es mejor ser defensor de la teoría múltiple de la inteligencia: ¡Inteligencias! El individuo que tiene inteligencia musical, por ejemplo, no tiene la numérica.

O el que tiene inteligencia matemática a lo mejor no la tiene para la poesía.

El carácter

¿Qué tienen en común Tomás Moro, Enrique VIII, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Abraham Lincoln y Teresa de Calcuta? Todos ellos tuvieron carácter para tomar decisiones.

Nadie acompañaba a Tomás Moro; su esposa y su familia lo presionaban para que cediera frente a los requerimientos de su majestad, pero él se mantuvo firme en sus valores y principios.

Hoy, 500 años después, se sigue hablando de él y se han escrito cientos de libros sobre su vida.

Por su parte, Mandela, un hombre que estuvo 27 años preso en una casa donde no había aire, salió de la cárcel y le dio un abrazo a su carcelero.

De hecho, se dijo a sí mismo en una conversación entrañable, interior y fecunda: “Nelson, acuérdate que cuando estabas en la cárcel eras libre”.

Poder y liderazgo político

Es una realidad que el poder puede destrozar al individuo que lo detenta. Por eso hay que tener prudencia y cautela, hay que guardar distancias y estar rodeado de amigos que digan las verdades.

Así mismo se necesitan valores, consistencia y coherencia, pero también acción bajo previa reflexión.

El mundo requiere líderes capaces de generar y crear riqueza, no que hagan negocios fraudulentos donde ganen cuatro. No es posible hablar de democracia con desigualdades radicales entre una cúpula elitista y una base que se muere de hambre.

Desde el punto de vista de una sociedad democrática, en países como Dinamarca o Finlandia los primeros ministros entran y salen, mientras la sociedad permanece robusta.

En cambio, en otros países más infantiles hay una dependencia del líder. Sucede lo mismo en el mundo de la empresa: el secreto de los grandes líderes es formar grandes líderes.

Disciplina

Si bien se requiere de talento y de carácter para ejercitar los valores, también se necesita de disciplina.

Y esta no es sinónimo de rigidez ni de inflexibilidad.

A través de la disciplina, por ejemplo, se trabaja y se mecanizan los movimientos para que cuando se llegue al partido se gane.

Intuición

¿Dónde se alojan los fantasmas?

No se alojan en la rodilla, se alojan en la mente, y esta siente cuando el ser está lúcido y concentrado o cuando está histérico y descontrolado. Por eso la consigna es observar la mente, anotar su ruido, no pelear con ella y ser consciente.

Sólo espero que cuando la vida nos coja, nos coja desgastados y agotados, pero que haya valido la pena el viaje.

Santiago Álvarez de Mon.

Profesor invitado de INALDE Business School



-- Desde Mi iPad